Nadal se instala en la final del Masters 1000 de Montecarlo al vencer a Murray

Foto: EFE/Sebastien Nogier

Nadal huele la tierra y encuentra ese punto extra. Es su entorno natural, el ecosistema en el que es más feliz. Si en la temporada americana de pista dura ya había dado muestras de resurrección, especialmente con la final de Indian Wells, en Montecarlo está demostrando que la llave maestra de su tenis es perfecta para el polvo de ladrillo. La victoria contra el número 2 del mundo, Andy Murray, es todo un golpe en la mesa de cara a los meses venideros, el punto caliente de la temporada para el español. 

Murray comenzó ganando, en el primer set encontró su mejor tenis y puso en el marcador un contundente 6-2. Pero ahí terminó el momento de gracia del escocés, que juega bien en tierra gracias a su capacidad defensiva y a años de preparación en Barcelona. A partir del segundo set, sin embargo, se vio pronto que las tornas habían cambiado. Nadal dio un paso adelante y encontró con frecuencia su mejor golpe, la derecha liftada que vuela altísima y es muy incómoda de rechazar para los rivales. Incluso para los que, como Murray, tienen bien aprendidas las artes defensivas. 

Nadal se impuso en el segundo set por 6-4, entró algo más en la pista y cometió menos errores que en la manga anterior. Poco a poco fue desgastando a Murray, que siempre tuvo problemas para enfrentarse a Nadal en su carrera. Su estilo de juego sufre con un jugador que, como él, rara vez renuncia a buscar una pelota en un intercambio. Murray, a partir del segundo set, tuvo una dificultad propia añadida: dejó de entrarle el primer servicio. Juego tras juego iba desperdiciando una de sus mejores armas, un buen primer saque. Solo un 38% de sus envíos llegaron a buen puerto, muy por debajo del 64% que había logrado en la manga anterior. Eso le hizo perder efectividad y permitió a Nadal ser algo más agresivo. 

Y en el tercer set Nadal ya enseñó todo su potencial. Desde los primeros puntos se vio que el escocés no tenía mucho que hacer, pues en el otro lado de la red había resurgido una bestia. El número 5 del mundo subió más aún su nivel tenístico y empezó a mover a los lados a Murray, encontrando líneas y haciendo mucho daño al revés de Murray. No había bola que no llegase al lugar buscado por Nadal, que prácticamente no cometió errores en toda la manga y no dejó al escocés casi respirar. 6-2 terminó el set definitivo. 

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